(música de Ennio Morricone)
Vuelo,
lejano Silencio,
desnuda el Alma,
arribo Secreto…
¿Le duele el destierro?
Y crecerán alas dormidas,
serán los pies y los fragmentos,
se extenderán las huellas
como símbolos del acierto.
Y se abrirán los brazos,
se anunciarán los gestos,
se oirá el grito
que conocen los ancestros.
Y será Nuevo
como plegaria de viento.
Sus ojos,
cristales del destino Eterno,
vislumbrarán los signos
del gran Comienzo,
encenderán por vez primera
las antorchas del Re-conocimiento.
Y su brillo
será de hueso,
y la memoria recorrerá las calles
repletas de tiempo,
y verá llover…
Cada noche será un Regreso,
y al alba de su sueño
volverá en el sol,
Vivo, aún despierto.
Y será de otros,
anclará en los vientres
y en los Inviernos,
en torres de cartas malvas,
en horizontes y montes hambrientos.
Y caminará hacia un Centro,
que creerá siempre lejos,
fatigará sus sienes
de pensamientos,
y será fuego el corazón,
al sentir la llama dentro.
Y las vocales
se congregarán por ello,
y nacerán palabras
que alumbrarán de cerca
el camino entero…
Y habrá silencio.
La hora oscura,
lo cubrirá de miedo,
le crecerán lágrimas,
ríos puros de Cielo
y caerá el sentido,
dominante del destierro.
La Llama sin tiempo,
emergerá de las cenizas de nuevo…
Y será Nuevo,
y tendrá Centro,
Ronda danzante de inviernos,
de piñas, de incienso de leños,
y habrá cantos y otoñales encuentros,
destellos fugaces
del próximo recuerdo…
Porque eso somos,
cajas musicales del viento
que atesoran los roces
del aquel arribo intenso,
perfumado de Espíritu y manso anhelo,
de recordar en Vida, el destino Eterno…
Y florecerá en Primaveras
crecerán soles, lirios y verdes helechos,
se esfumarán las huellas
se fundirá el fragmento
y no amanecerá la noche
se perderá en los montes hambrientos,
se hará rivera, orilla viajera,
sombra del árbol frondoso,
barro mineral de la Tierra.
Y será Luz…
En lo Eterno…
Y habrá un espacio,
un sutil Vuelo…
María Soledad Ranzuglia
Del libro «¿Dónde estás mi Vida?»